martes, 21 de abril de 2009

alan Obama

César Lévano cesar.levano@diariolaprimeraperu.com
Almorzar no es charlar
Alan García es el único mandatario que en la Cumbre de las Américas conversó durante hora y media con Barack Obama, presidente de Estados Unidos. Eso, por lo menos, es lo que García ha dicho al diario El Comercio, en entrevista publicada ayer. Ocurrió en realidad que García estuvo sentado a la derecha de Obama en el almuerzo de cierre de la reunión. Pero eso no indica que el jefe de la Casa Blanca se olvidara de los demás comensales, incluido Álvaro Uribe, ubicado a su izquierda. Hubiera sido una descortesía. Lo cierto es que Obama apenas si dedicó breves minutos para dialogar con sus homólogos. Los invitados eran treinta y cuatro. Obama opina, dice García, que “se aprende más escuchando que hablando”. Ojalá aprendiera él la lección. En el fondo de las palabras del entrevistado hay algo más que egolatría exacerbada. Buscan éstas eludir un hecho histórico: en la Cumbre se escuchó y pesó la voluntad mayoritaria de América Latina de exigir la cesación del embargo contra Cuba; el reclamo de eliminar las políticas neoliberales impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; la condenación a estas dos instituciones. De eso no habla el habitante de la Casa de Pizarro. Tampoco señala el locuaz García los cambios, modestos pero trascendentes, de la administración Obama respecto a nuestra América. Dice que sólo hay cambio de estilo. Él hubiera preferido el estilo Bush. No es que el imperialismo se eclipse; sino que la voluntad latinoamericana está imponiendo cambios. Tuvo nuestro personaje el desparpajo de afirmar que el TLC con Estados Unidos significa “igualdad de compra de bienes y servicios”. ¿No sabe que nuestras exportaciones a su amado país de Norteamérica están cayendo peligrosamente? ¿Ignora que, como se había previsto, el precio de las medicinas está subiendo por obra del TLC?En la conversación con El Comercio, que esa sí debe de haber durado hora y media, García insistió en su insano optimismo, ése que lo llevó a afirmar que el Perú está blindado contra la crisis global. Nuestro ilustre profeta no vacila ahora: “Yo estoy convencido”, dice, “de que, con las facilidades de pago y financiamiento que tiene la humanidad, con el mercado activo y la velocidad de transacciones, el tema de la crisis va a ser más pasajero de lo que pensamos”. Hiere nuestro orgullo de peruanos el saber que la economía mundial no hace el menor caso a tal pronóstico, y se está dejando llevar a una crisis peor que la desatada en el octubre negro de 1929. No hay tampoco ningún derecho a que se retrase la idea genial de García de que Washington entregue 1,500 millones de dólares al Banco Interamericano de Desarrollo durante los próximos cinco años (300 millones anuales para 34 países). ¿Para qué, si la crisis va a ser tan pasajera?

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