jueves, 28 de enero de 2010

Tentación autoritaria en la democracia La democracia autoritaria, en nuestro tiempo, es a la vez, liberal en lo económico y autoritaria en lo político, privilegia la reducción de costos para la producción mientras congela la capacidad adquisitiva de los salarios y restringe las libertades civiles y democráticas para “asegurar la paz”. En América Latina hay varios tipos de capitalismo y de socialismo gobernando, que se combinan en dos distintos escenarios, el autoritarismo y la democracia. El Brasil de Lula es democrático aunque medio país está en pobreza y con enormes desigualdades a pesar de su pujante industrialización y avance tecnológico. Venezuela, privilegiada por su petróleo no deja de sumar pobres y conflictos democráticos fruto de una mala gestión de la bonanza y del “neo-autoritarismo” bolivariano. En el Perú aún se cree que autoritarismo es sinónimo de orden, asociado, en el imaginario popular con eficacia, se cree que lo que nos falta es orden y que necesitamos mano dura y, por cierto, no detenernos en “esa cojudez de los derechos humanos”, según definición del Cardenal Luis Cipriani. Por eso la mitad o más de los peruanos son políticamente autoritarios y han elegido autoritarismos como régimen político, por lo que también nuestra democracia es autoritaria. Lo es porque en ella prima un mandamiento de la religión de los empresarios: la socialización de las pérdidas y la privatización de las ganancias, con todos sus graves riesgos morales, como que cuando las cosas van bien se llevan muchísimo dinero a cuentas privadas y cuando van mal los accionistas pequeños y los contribuyentes pagan los daños con fondos públicos. Según el Nobel Joseph Stiglitz, cuando se dejaron de lado las regulaciones el uso discrecional de los recursos ciudadanos precipitó la crisis. En los años cincuenta hubo mucha regulación y ninguna crisis financiera, pero desde el 2000, se retiró la regulación y estallaron cien crisis financieras. Como dice Stiglitz, la crisis financiera y económica mundial lleva el sello ‘made in USA’ por lo que 12 millones de estadounidenses poseen hipotecas más caras que el valor de sus casas y los microinversionistas que pusieron su dinero en la bolsa y los bancos han perdido casi todo. Pero ¿dónde está ese dinero perdido? Oh sorpresa, en la bolsa y los bancos “salvados” por el dinero de los contribuyentes estadounidenses. De nuevo, los pequeños se hundieron y los grandes fueron salvados con la plata de los pequeños. Flor de fraude. Carlos Urrutia Fuente : La Primera

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