Giampietri y el gobierno aprista
Nidia Vílchez, la fogosa ministra que hizo sus pinitos políticos trabajando “inteligencia” (delación de supuestos terroristas, para su eliminación) para el Comando Rodrigo Franco en Huancayo hace veinte años, declaró traidor esta semana al almirante Luis Giampietri por su insistencia en el voto por el bono extraordinario para los militares y policías, en el mismo tono que lo hubiera hecho un lugarteniente de la mafia respecto a un acogido del capo que se atreve a opinar en contra. Luego se rectificó. Y no podía ser de otra manera. Porque, si cabe la figura, la relación García-Giampietri es de capo a capo, y lo que hubo para la elección del 2006 no fue la selección de un individuo con el que el candidato sólo tenía el vínculo visible de haber sido coacusado por los hechos brutales del Frontón del 2006, sino el reconocimiento de que el almirante era el representante de la fracción de la cúpula militar que tuvo el control de las instituciones armadas durante la década de los 90 y que no han acabado de resolver sus problemas de relación con el régimen político que se instaló el año 2000 sobre la derrota del Fujimorismo.
García no le hizo un favor a Giampietri. Tal vez fue al revés. Y lo que es claro es que el primer pacto político del jefe aprista con la derecha, fue con su ala militar, lo que debería plantear la pregunta ¿quién es el traidor aquí? Que esto ocurrió antes de las elecciones significa además que García estaba dispuesto a asumir el costo de aproximarse a la corriente pro-impunidad (en derechos humanos y corrupción, que para el caso de la defensa corporativa era casi lo mismo); a la idea militarista que asuntos como el VRAE y el Huallaga se manejan con más soldados, armas y presupuesto, no importa si esta mini guerra dura cien años; a los lazos con la parte más conservadora de la Iglesia y al partido de la corrupción de Alex Kuori. Y esto ha sido exactamente así.
¿Y alguien pensó que al almirante le iba a temblar el brazo para votar en el asunto del bono, aunque en el momento de hacerlo fuese el presidente en funciones, por viaje del titular, que antes de irse al Ecuador a ofrecer a Haití ayuda que le negó a Pisco, hizo publicar un comunicado en el que estableció que el Congreso no tenía nada que hacer en las mejoras económicas a militares y policías, y que cualquier bono o aumento haría volar el presupuesto, así que todo quedaba en estudio para una nueva propuesta? En realidad Giampietri votaba no como parlamentario o vicepresidente, sino como jefe militar que quiere la plata pero sin huelga. Es decir que apoya la detención de casas, pero que no puede solidarizarse con el cachetadón gubernamental a los reclamos que podría rebotarle a la cara.
Es como en el caso de Business Track. El almirante chuponeó para el presidente a través de su amigo chito Ponce Feijóo, pero de paso lo chuponeó al propio presidente, que ahora es el “agraviado” por lo que él mismo desencadenó, según la jueza Martínez. Pero Giampietri no se ha desmarcado de sus subordinados actualmente presos. Es la ley de la omerta, en la que toda la organización se juega por los suyos y todos guardan silencio. Es la que no tomó en cuenta la Vílchez, cuando se fue de boca, tal vez porque no termina de entender quienes son los suyos, ahora.
Raul Wiener
Fuente : La Primera
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