lunes, 4 de mayo de 2009
Barack Obama
Los decisivos 100 días de Barack Obama
Al Gore en su certera crítica al autoritarismo mesiánico de George Bush y los neo conservadores, señaló que habían hecho del miedo una arma omnipresente de gobierno. Y es cierto.
El ejercicio hegemónico del poder siempre recurre al miedo para obtener adeptos o neutralizar a la oposición.
Gore señala que al amparo del miedo Bush traicionó a Jefferson y los “padres de la patria” al instituir, por ejemplo, la tortura como método.
El gran mérito del Presidente Obama fue definir su campaña electoral y su plan de gobierno rompiendo el círculo del miedo.
Y por eso postuló el cambio.
Y quizás por ello prometió decisiones osadas, radicales para el medio norteamericano.
Han pasado cien días de la administración Obama.
El tiempo aún es precario para evaluaciones sustantivas, pero es suficiente para marcar las tendencias del cambio.
El asunto más positivo a mi juicio es la entereza moral demostrada para buscar una indispensable coherencia entre la acción de gobierno y las promesas de la campaña.
El respeto a los electores y a la dignidad del propio candidato-presidente.
La naturaleza y alcance de las promesas cumplidas son la mejor medida del cambio en relación a la administración Bush: relanzamiento del plan económico con más de 750 mil millones de dólares, en una concepción que revaloriza la capacidad regulatoria del Estado e incorpora a las decisiones los intereses de la clase media y los trabajadores; eliminación de intereses y condiciones abusivas en el uso de tarjetas de crédito; ayuda a los más perjudicados por la crisis de las hipotecas-basura; inversión preferente en energías renovables; prohibición de la tortura y apertura para que puedan ser procesados sus autores mediatos; ley de igualdad profesional entre hombres y mujeres; abolición de la cláusula contra el aborto; retiro de Irak; nueva estrategia reforzada en Afganistán; cierre de la cárcel de Guantánamo; diálogo respetuoso con el mundo musulmán; eliminación de las restricciones de viaje y envío de remesas a Cuba y disposición a un diálogo sin exclusiones; apertura al diálogo constructivo con Irán y Corea del Norte; relanzamiento de la agenda sobre la desnuclearización; incorporación de los Estados Unidos a la lucha contra el cambio climático; una nueva concepción para las relaciones hemisféricas, sin hegemonismo.Ejecutar estas decisiones es aún una tarea por realizar.
Y no será fácil. Más bien difícil y con complejidades mayores.
Habrá que ver cómo el Departamento de Estado resuelve la difícil ecuación existente entre el límite de las concesiones que pueden ofrecer los Estados Unidos y el alcance de su influencia para generar decisiones en terceros.
Y en qué medida están dispuestos a contribuir sus aliados y adversarios.
De la respuesta a esa ecuación dependerá mucho la viabilidad de una nueva y saludable gobernaza democrática global.
Manuel Rodriguez Cuadros
Fuente : La Primera
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