Fujimori y su dinastía
El inicio de la campaña electoral con tanta anticipación no obedece al interés por elegir un presidente sino por convertir a un sentenciado en inocente.
Como el acusado ha sido presidente del Perú por más de diez años los poderes que están en juego son muchos y muy variados.
Alberto Fujimori, en su desmedida ambición quiso entrar triunfante a Lima, pero no se dio cuenta que el Perú comenzaba a cambiar su Poder Judicial corrupto y que con Alberto preso, se empezarían a abrir las instituciones democráticas y la justicia se acercaría a la democracia. Ahora, tratan de convencer a la opinión pública con encuestas bamba sobre el liderazgo electoral de la candidatura de Keiko, que no es más que una travesura de las estadísticas, porque en sus propias cifras se refleja el creciente prestigio de la Sala Presidida por el Vocal Supremo César San Martín, que hace subir la aprobación pública del Poder Judicial en los últimos meses del juicio a Fujimori: en febrero fue 16%, en marzo llegó a 21 % y en abril alcanzó el 27%, con lo que la opinión pública dio un fuerte respaldo a los magistrados que lo sentenciaron. Días después de la sentencia, el 70% la ratificó y el 39% opinó por confirmar la sentencia, contra 27% que insistía en su inocencia.
Keiko, la hija mayor de la dinastía, quiere tomar el lugar de papi aunque no trabaja por el Perú ni por los peruanos, menos aún trabaja por fortalecer la democracia ni las instituciones que mueven la vida social.
Sólo trabaja por la impunidad de su padre impecablemente sentenciado.
Esta señora no tiene los méritos que exige la función pública.
Lo único que puede mostrar es un apellido ligado a violaciones de los derechos humanos y a corrupción para beneficio personal, como retribución por haber sido Primera Dama en reemplazo de su mamá abusivamente expulsada de su casa por su padre.
Fujimori con Montesinos y García con Mantilla trabajan duro por asegurar su impunidad ante el incierto futuro que les espera.
En fin, dios los crea y ellos se guiñan el ojo.
Carlos Urrutia
Fuente : La Primera
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